Profeta Abdías
Son muy escasas las noticias que poseemos sobre Abdías, cuyo nombre hebreo Obadyah significa siervo de Yahvé.
San Jerónimo lo identifica con aquel Abdías, mayordomo de Acab, que
alimentó à los cien Profetas que habían huido del furor de Jezabel (I
Rey. 18,2) Los escrituritas modernos, en su mayoría, no se adhiere a
ésta opinión.
Sea lo que fuere el tiempo, en que actuó el autor de ésta pequeña
pero muy impresionante profecía, debe ser anterior à los Profetas Joel,
Amós y Jeremías, los cuales ya la conocían y la citaban.
Lo más probable parece que haya profetizado en Judá, alrededor de 885
A.C., cuándo Elías profetizaba en Israel. Su único capítulo contiene
dos visiones.
La primera se refiere a los Idumeos (Edomitas), un pueblo típicamente
irreligioso y enemigo hereditario de los Judíos y que se unía siempre a
sus perseguidores. « Pero el día del Señor se aproxima; Dios se
vengará a Sí mismo y vengará a Israel, contra los Idumeos y contra todas
las naciones gentiles.
Los Israelitas, al contrario, serán bendecidos; se apoderarán del
territorio de sus opresores, y luego Dios reinará glorioso y para
siempre en Sión « ( Fillión) A ésta restauración de Israel se refiere a
la segunda parte de la profecía.
La Sagrada Biblia; Antigua versión del R.P. José Miguel Petisco SJ. y
corregida según los textos hebreo y griego y comentada con notas
pastorales para la vida por Monseñor Dr. Juan Straubinger; Tomo IV;
Pág. 1167.
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El libro de Abdías es el más corto de los libros proféticos. Aparte
de las discusiones entre exegetas, parece que se sitúa la vida y escrito
de Abdías en el siglo V antes de Cristo. Esta profecía se desarrolla en
dos planos: el castigo de Edom y el triunfo de Israel en el "Día de
Yahvéh" que, como se sabe, es el día apocalíptico de la justicia de
Dios. Ni que decir tiene que los edomitas son los enemigos de Israel que
han aprovechado la ruina de Jerusalén y han invadido la Judea
meridional. Contra su soberbia, despotismo y engreimiento dirá el
Todopoderoso: "Aunque te encumbres como un águila, y pongas tu nido en
las estrellas, de allí te haré bajar... te cubrirá la vergüenza y serás
cercenado para siempre". Todo el libro es un grito apasionado de
venganza que exalta la justicia terrible y el poder de Yahvéh.
Con todas las matizaciones precisas y, sin sacar de su contexto
histórico este breve escrito veterotestamentario que está
suficientemente cumplido no ya sólo por la acción bélica, conquista y
sometimiento de los edomitas en el año 312 a. C. por parte de los
nabateos, sino por toda la ulterior profundización "del día de Yahvéh"
que se sitúa al final de los tiempos, podría hacer mucho bien a
determinadas personas individuales, colectividades y naciones la lectura
reposada de los 21 versos que contiene la inspiración de Abdías puesta
por escrito para tomar el pulso a sus responsabilidades propias. Porque a
la postre, guste o no, será Dios mismo quien "mida" a cada cual en "su
Día" e importa mucho no encontrarse "falto de peso".
Como reclamaba justicia divina el ultraje que sufría Israel —el
pueblo de Dios— en el tiempo de esta profecía, hoy siguen postulando la
misma justicia cantidad innumerable de ultrajes cuyos responsables
habrán de responder en el "Día de Yahvéh". ¿No estarán llegando a los
oídos de Dios los gritos de los millones de famélicos que hay en el
mundo? ¿Y los de las víctimas de quienes promueven las guerras? ¿Y las
quejas de los ignorantes? ¿Desoirá Dios el quejido mudo de los
no-nacidos porque se les privó aberrantemente de su primer derecho con
el aborto? ¿Tendrá sordera Dios para las protestas de los que soportan
leyes inicuas? ¿Se habrá tapado los oídos para no escuchar la indecible
algarabía que forman los lamentos de los parados, de los sin-techo, de
los que contemplan el despilfarro irresponsable de otros?
Yahvéh sigue hoy viendo a los prepotentes, a los que explotan, a los
que impulsan al destierro, a los que hacen trata de blancas, a los
orgullosos y a los soberbios, a los que calumnian, a los que causan el
desprecio, a los que insultan y maldicen, a los que humillan, a los que
roban lo ajeno... y a los que se venden por dinero.
Todo "machacado" por la malicia del hermano vive en tierra suya, habita en su dominio, le pertenece ¡Es su pueblo!
¡Gracias, Abdías, tú fuiste bueno y avisaste a tiempo!
Oremos
Señor, tú que diste al Profeta Abdías la abundancia del espíritu
de verdad y de amor para que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a
cuantos celebramos hoy su fiesta adelantar en la virtud, imitando sus
ejemplos, y sentirnos protegidos con su valiosa intercesión. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo. Santa María Virgen Madre de la Divina
Providencia Atiende propicio, Señor, a tu pueblo que con júbilo festivo
celebra la solemnidad de la Virgen María, Madre de la Divina
Providencia, y concédele que, bajo el glorioso patrocinio de tan excelsa
madre, con su caridad fraterna promueva una sociedad más humana y a la
vez sea edificador y testigo de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.
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