jueves, 12 de febrero de 2015

Evangelio y comentario del dia

Evangelio según San Marcos 7,24-30. 
Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. 
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. 
Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. 
El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros". 
Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos". 
Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija". 
Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. 

Palabra del Señor.

Comentario Por:
Isaac de Stella (¿-c.1171), monje cisterciense 
Sermón 33, 1º para el segundo domingo de Cuaresma

«Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón»
     Cuando «el Verbo, la Palabra de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14), salió del Padre para venir al mundo (Jn 16,28). Él «que siendo de condición divina» salió de su patria, «se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo» (Flp 2, 6-7), «nuestra condición humana de pecadores» (Rm 8,3), a fin de ser encontrado por aquellos que salen de su propio territorio para encontrarle en la región de Tiro y Sidón... Qué suerte la de esta mujer cananea, venida del interior de su territorio (Mt 15,22), y qué encuentro en la frontera de su país con el médico que, salido de su territorio, llega totalmente a gusto, por misericordia. Lleno de bondad va a territorio extranjero, hacia el enfermo que no hubiera podido llegarse a él si se hubiera quedado en su propio país. Porque en tanto que Dios bendito, justo y fuerte, que estaba en lo alto, al hombre miserable le estaba prohibido llegarse a él... lleno de compasión, pudo realizar lo que era conforme a su piedad; vino hasta el pecador... 


     Salgamos pues, hermanos, salgamos, cada uno por su cuenta, del lugar de nuestra propia injusticia... Odia el pecado, y te encontrarás que has salido del pecado. Odia el pecado, y encuentras a Cristo allí donde está... Sé que me dirás que eso mismo es demasiado para ti y que, sin la gracia de Dios, le es imposible al hombre odiar el pecado, desear la justicia, no querer pecar y querer arrepentirse. «¡Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres!» (Sl 106,8). En efecto, si es por su sola gracia que se retiró visiblemente al país de Tiro y Sidón adonde la mujer podía encontrarle, es también por gracia que, secretamente, sacó a esta mujer de su morada más interior...

     Esta mujer es símbolo de la Iglesia, predestinada eternamente, llamada y justificada en el tiempo, destinada a la gloria al final de los tiempos (Rm 8,30): constantemente ora por su hija, es decir, por cada uno de los elegidos.

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