martes, 15 de julio de 2014

Evangelio y comentario del dia

Evangelio según San Mateo 11,20-24. 
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. 
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. 
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. 
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. 
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú". 

Palabra del señor.


Comentario Por:
San Rafael Arnaiz Barón (1911-1938), monje trapense español 
Escritos del 25/01/1937 (Obras completas - Editorial Monte Carmelo, p. 766.767, § 881.882.883)

“Porque no se habían convertido”
    Cuántos tortuosos caminos hay que recorrer para llegar a lo simple. […] Muchas veces si no practicamos la virtud es debido a nuestro complicado modo de ser, que rechaza lo que es sencillo.

    Muchas veces no llegamos a comprender la grandiosidad que se encierra que se encierra en un acto de sencillez, porque buscamos lo grande en lo complicado, buscamos la grandiosidad de las cosas en la «dificultad» de las mismas. […]

    La virtud…, Dios…, la vida interior, ¡qué difícil me parecía vivir eso! Ahora no es que yo tenga virtud, ni mis conocimientos de Dios y vida de espíritu estén completamente claros, pero he visto que a eso se llega sin complicaciones […].

    He visto que a Dios se llega precisamente por todo lo contrario. Se le llega a conocer por la simplicidad del corazón y por la sencillez. […] Para tener virtud no hace falta estudiar una carrera, ni dedicarse a profundos estudios… Basta el acto simple de querer; basta, a veces, la sencillavoluntad.

    ¿Por qué, pues, a veces no tenemos virtud? Porque no somos sencillos; porque nos complicamos nuestros deseos; porque todo lo que queremos nos lo hace difícil nuestra poca voluntad, que se deja llevar de lo que agrada, de lo cómodo, de lo innecesario y, muchas veces, de las pasiones. […] Si quisiéramos seríamos santos…, y es mucho más difícil ser ingeniero, que ser santo.

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