jueves, 19 de marzo de 2015

Evangelio y Comentario del dia

Evangelio según San Mateo 1,16.18-21.24a. 
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. 
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. 
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". 
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado. 

Palabra del Señor.


Comentario Por:
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 
Homilía sobre el “Missus est”, 2,16

“José, hijo de David” (Mt 1,20)
    Sin duda, José fue un hombre santo y digno de toda confianza ya que la Madre del Salvador había de ser su esposa. Fue el “servidor fiel y solícito” (Mt 24,45) el que Dios escogió como amparo y ayuda de su Madre, el padre putativo de su carne y el instrumento en su designio de salvación.

    Acordémonos que era de la estirpe de David. Era hijo de David no sólo por la carne, sino también por la fe, la santidad y la piedad. El Señor encontró en él un segundo David a quien pudo, con toda seguridad, confiar sus designios más secretos. Le reveló, como otrora a David, los misterios de su sabiduría y le descubrió lo que ningún sabio del mundo conocía. Le permitió ver y entender lo que tantos reyes y profetas, a pesar de su deseo, no vieron ni entendieron. (Mt 13,17) Mejor dicho: le dio a llevar, a conducir, a abrazar, a alimentar, a proteger este mismo misterio. María y José pertenecían, pues, los dos a la raza de David; en María se cumplió la promesa hecha antaño a David, mientras que José era el testimonio de este cumplimiento.

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