lunes, 23 de diciembre de 2013

Evangelio y comentario del dia




Evangelio según San Lucas 1,57-66.
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.
Palabra del señor. 

Comentario Por:

Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Homilía en Kiev, 24/6/2001
«Su nombre es Juan»
    “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó, en las entrañas maternas y pronunció mi nombre” (Is 49,1). Celebramos hoy el nacimiento de san Juan Bautista. Las palabras del profeta Isaías, se adaptan bien a esta gran figura bíblica que se sitúa entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En la larga lista de profetas y justos de Israel, Juan “el Bautista” fue colocado por la Providencia de Dios, inmediatamente antes de la llegada del Mesías, para prepararle el camino por medio de la predicación y el ejemplo de vida.


    “Tu me escogiste desde el vientre de mi madre” (Sal. 70,6) Hoy podemos hacer nuestra esta exclamación. Dios nos ha conocido y amado incluso antes que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Cada hombre al nacer, recibe un nombre humano. Pero ya antes de que eso ocurra, posee ya un nombre divino: el nombre con el cual Dios, el Padre, le conoce y le ama desde siempre y para siempre. Y es así para todos, sin exclusión alguna. ¡Ningún hombre es anónimo para Dios! A sus ojos, todos tienen el mismo valor: todos son diferentes, pero todos iguales, todos llamados a ser hijos en el Hijo.

    “Su nombre es Juan”. Zacarías confirma, delante de los parientes que están maravillados, el nombre de su hijo escribiéndolo en una tabla. El mismo Dios, por mediación de su ángel, había dado este nombre que en hebreo significa “Dios es favorable”. Sí, Dios es favorable al hombre, quiere que viva, quiere su salvación. Dios es favorable a su pueblo: quiere que sea una bendición para todas las naciones de la tierra. Dios es favorable a la humanidad: le conduce por el camino hacia la tierra en la que reinarán la paz y la justicia. Todo esto se inscribe en este nombre: ¡Juan!

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