lunes, 12 de enero de 2015

evangelio y comentario del dia

Evangelio según San Marcos 1,14-20. 
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: 
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia". 
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. 
Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". 
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. 
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, 

y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del señor.

Comentario por:
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad 
Testamento espiritual
En seguida, dejando allí sus redes, lo siguieron
    Nuestra Señora estaba con San Juan, y, estoy segura, María Magdalena era la primera persona que oía el grito de Jesús: “¡Tengo sed!” (Jn 19,28) Ella conocía la intensidad y la profundidad de este ardiente deseo de Jesús. Os deseaba a vosotros y a los pobres. Pero nosotros ¿tenemos este deseo? ¿Lo sentimos como ella? (...) Tiempo atrás, Nuestra Señora me lo pedía a mí, pero ahora soy yo quien en nombre de María, os lo pido a vosotros y os suplico: “¡Oíd el grito de la sed de Jesús!” Que esto sea para cada uno una palabra de vida. ¿Cómo acercarnos a la sed de Jesús? El secreto es este: cuanto más nos acercamos a Jesús más conoceremos su sed.


    “Arrepentios y creed en la Buena Nueva!” nos dice Jesús. (Mc 1,15) ¿De qué hay que arrepentirse? De nuestra indiferencia, de nuestra dureza de corazón. ¿Y que hay que creer? Que Jesús tiene sede de vuestro corazón y de los pobres. Él conoce vuestra debilidad, desea sin embargo vuestro amor. Quiere simplemente que le deis una oportunidad para amaros. (...)


    ¡Escuchadlo, escuchadle pronunciar vuestro nombre. Y así, haced que mi alegría, y la vuestra, sea completa (cf 1Jn 1,4). 

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