lunes, 26 de enero de 2015

Evangelio y comentario del dia

Evangelio según San Lucas 10,1-9. 
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. 
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. 
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. 
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. 
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. 
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. 
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. 
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; 
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'." 

Palabra del señor.

Comentario Por:
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Sermón 101; PL 38, 605S
El dueño de la casa
    El evangelio que acabamos de leer nos invita a buscar cuál es esta cosecha que nos dice el Señor: “La cosecha es abundante, los obreros son pocos. Pedid al dueño de la casa que mande obreros a su cosecha”. Es entonces cuando envió, además de los doce discípulos a quienes nombró apóstoles (“enviados”), a otras setenta-y-dos  personas. Tal como se desprende de sus propias palabras, a todos los envió a una cosecha ya preparada. ¿A qué cosecha? Seguro que no iban a cosechar entre los paganos donde nadie había sembrado. Es, pues, de pensar, que la cosecha se hizo entre los judíos; es para esta cosecha que vino su propio dueño. A los otros pueblos no manda cosechadores sino sembradores. Entre los judíos, pues, la cosecha; en otras partes, la siembra. Y es, ciertamente, cosechando entre los judíos que ha escogido a los apóstoles; era el tiempo de la cosecha, ésta estaba madura porque antes, los profetas, habían sembrado entre ellos…



    El Señor dijo a sus discípulos: “¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo: esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega” (Jn 4,35): Y les dijo también: “Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores” (v 38). Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y los profetas sudaron; sudaron para sembrar el grano. A su venida, el Señor ha encontrado madura la cosecha, y ha enviado segadores con la hoz del Evangelio.  

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