Evangelio según San Lucas 12,54-59.
Dijo
también a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en
occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando
vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar
a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve
ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la
cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Palabra del señor.
Comentario Por:
Concilio Vaticano II
Gaudium et Spes, 1,4,10
Interpretar el tiempo presente
Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren,
son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre
eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres
que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su
peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la
salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima
y realmente solidaria del genero humano y de su historia… Por ello, el
Concilio Vaticano II, tras haber profundizado en el misterio de la
Iglesia, se dirige ahora no sólo a los hijos de la Iglesia católica y a
cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres…
Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a
fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio,
de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder
a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la
vida presente y de la vida futura… Es necesario por ello conocer y
comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y
el sesgo dramático…
Afectados por tan compleja situación, muchos de nuestros
contemporáneos difícilmente llegan a conocer los valores permanentes y a
compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos
descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre
angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de
la historia presente en un desafío al hombre que le obliga a
responder.
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al
hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda
responder a su máxima vocación… Igualmente cree que la clave, el centro y
el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro.
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