Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".
Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".
Palabra del Señor.
Comentario Por:
Discursos ascéticos, 1ª serie, nº 38
“Esta misma noche te pedirán cuenta de tu vida”
Señor, hazme digno de menospreciar mi vida para obtener la vida que
está en ti. En este mundo, la vida se parece a los que se sirven de unas
letras para escribir alguna carta. Cuando se quiere, se añade, se quita
o se cambia de palabra. Pero la vida del mundo futuro se parece a lo
que hay escrito en los libros sellados con el sello real sin la menor
falta, donde nada hay que añadir y donde nada falta. Mientras estamos en
este
mundo cambiante, estemos atentos a nosotros mismos. Mientras
tengamos poder sobre el manuscrito de nuestra vida, sobre lo que hemos
escrito con nuestras propias manos, esforcémonos para añadir lo que
hacemos bien y borremos los defectos de nuestra primitiva conducta.
Mientras estamos en este mundo Dios no pone su sello ni sobre el bien ni
sobre mal. No lo hace hasta el momento de nuestro éxodo, cuando se
termina nuestra obra, en el momento de nuestra partida.Tal como lo ha dicho san Efrén, es preciso considerar que nuestra alma se parece a una nave a punto de viajar, pero que no sabe cuando vendrá el viento, y también se parece a un ejército, que no sabe cuando va a sonar la trompeta que anuncia el combate. Si dice esto de una nave o de un ejército que esperan un determinado momento que puede no llegar nunca, ¿cuánto más conveniente es que nos preparemos para la llegada repentina de este día, en que será echado el puente y se abra la puerta del mundo nuevo? Que Cristo, mediador de nuestra vida, nos conceda estar a punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario que sera atendido en su momento